
Una de las películas protagonizadas por Sylvester Stallone que me gustan (quizás la única) es Pánico en el túnel. Si no la han visto, se las recomiendo, no tanto por su calidad cinematográfica (a la larga, una cinta de acción más), sino por la multiplicidad de mensajes aplicables a la vida. Para ustedes, advertencia: se vienen spoilers. Y pienso que podemos hacer paralelismos con la situación pandémica actual.

La trama se inicia como corresponde cualquier película catastrófica, con un grupo de gente que se ha salvado de la muerte y busca salir a la luz (el título original es “Daylight”, luz de día). Como nos sentimos todos quienes, felizmente, no hemos sido tocados por la Covid-19 y queremos que termine el confinamiento. O los sobrevivientes que se han visto afectados pero han luchado contra ella. Dos personas se ofrecen a rescatarlos: un taxista (que luego descubrimos que es un jefe del Servicio Médico de Emergencias, destituido a causa de un evento desgraciado y no muy claro), Kit Latura; y un deportista profesional adicto a la adrenalina, Roy Nord; el uno desde fuera, el otro desde dentro.
Muchas veces, el que se confía solamente de su fuerza y capacidad es quien termina sucumbiendo ante la realidad, como Nord en el filme. Al contrario, quien lo hace con prudencia (que viene de pro-videncia, ver antes) y llamado por la urgencia de salvar vidas más que por su propia sed de gloria, logra su objetivo, como Latura. Obediencia a la realidad, amor por el otro, confianza en el equipo son las claves del éxito en cualquier empresa, y se nos muestra en este largometraje.
Hay otro detalle interesante: uno de los jóvenes convictos atrapados en el túnel (Kareem) decide que él es el que manda, y no Kit. Piensa que por su historia violenta y alzando más la voz tiene más derecho de ser el jefe. Kit no discute, porque sabe que no llegará a nada a menos que todos colaboren. El verdadero liderazgo es este, pues no necesita un membrete de jefatura, sino que se echa el grupo al hombro para alcanzar el bien común. Los héroes anónimos que vemos hoy todos los días son eso, gente que no requiere un reconocimiento o un lugar jerárquico en el organigrama, pero con su trabajo logra cosas enormes y dignas de aplauso, apuntando al bien común.
Esta pandemia nos afecta a todos, sin distinción de ninguna clase, y si vamos a salir lo haremos juntos. Siguiendo a los líderes y no a los mandones de turno (como Roy o Kareem), sintiéndonos parte importante de la solución y no dando lugar al miedo. Hablando de esto, Stallone aceptó actuar en esta película para vencer a su fobia a los espacios cerrados. También dijo que sería su último filme de acción porque se estaba poniendo viejo (50 años), pero se ve que no fue así, pues ha hecho al menos quince más, lo cual es muestra de que siempre podemos dar más.
Cuando este coronavirus haya sido controlado, saldremos a lo que se ha llamado nueva normalidad. Normalidad, porque no será un estado excepcional como el que vivimos actualmente; nueva, porque nada podrá seguir siendo igual. De forma similar a quienes lograron de salir del túnel, habremos visto la luz, pero esa luz ya no será la misma de antes. Y nos descubriremos más fuertes, pues hemos resistido. Y lo seguiremos haciendo. Salir como equipo, la única alternativa.
Como dice el jefe Dennis Wilson en la película: “la persona que dice que no se puede hacer siempre es interrumpida por el que acaba de hacerlo”.